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Canelo Álvarez vence a William Scull en una pelea que expone carencias y cuestiona su narrativa.




Saúl “Canelo” Álvarez (64-2-2, 39 KOs) recuperó el cinturón de la FIB y se mantuvo como campeón indiscutido del peso supermediano al derrotar por decisión unánime al cubano William Scull (23-1, 9 KOs) en la ANB Arena de Riad, Arabia Saudita. Sin embargo, la pelea, transmitida por DAZN PPV, dejó un sabor amargo, con un Canelo incapaz de descifrar el estilo elusivo de su rival, largos momentos de inactividad en el ring y una tarjeta de puntuación que indignó a los aficionados por su falta de credibilidad.

William Scull, fiel a la escuela cubana, usó su movilidad y alcance para caminar el ring, evitando intercambios directos y frustrando los intentos de Canelo por imponer su poder. Sin embargo, la inacción no fue exclusiva del cubano: hubo lagunas de hasta 30 segundos en las que ninguno de los dos intentó atacarse, un espectáculo que deslució aún más el combate. “No pueden culpar solo a Scull por no atacar cuando Canelo también se quedó parado. Ambos tienen la responsabilidad de generar acción”, señaló un aficionado frustrado. El mexicano, de 34 años, lució físicamente mermado, sin el aire necesario para presionar de manera efectiva, algo sorprendente considerando que su equipo, liderado por Eddy Reynoso, debió diseñar un plan específico para contrarrestar el estilo de Scull. “Sabíamos cómo peleaba Scull, pero Canelo no tuvo respuesta. No cortó el ring, no conectó al cuerpo, no mostró ajustes”, añadió otro espectador. La frustración del campeón fue evidente en el round 11, cuando, incapaz de resolver el acertijo táctico, cargó a Scull y lo golpeó ilegalmente, un acto que desató críticas.

Las tarjetas de los jueces reflejaron una victoria para Canelo, pero generaron controversia. Mientras que 115-113 no parece descabellado y 116-112 se acerca a lo cuestionable, la puntuación de 119-109 fue calificada como “una vergüenza” y “una burla” por los aficionados. “El más novato en boxeo se daría cuenta de que esa tarjeta es falsa.

No pueden seguir construyendo una narrativa de un campeón intocable con estas cosas”, Esta disparidad, sumada a los prolongados momentos de inactividad de ambos peleadores, alimenta la percepción de que el combate fue un negocio diseñado para proteger la imagen de Canelo mientras se prepara una pelea más lucrativa, posiblemente contra Terence Crawford.

Boxísticamente, Canelo ofreció poco. Sin movimiento de cintura, sin variedad ofensiva, sin un plan claro para frenar las salidas de Scull, el mexicano expuso carencias que se hacen más notorias con el tiempo. 

“Si criticamos a Scull por no atacar, critiquemos a Canelo por no descifrar. ¿Qué tiene Canelo que sus rivales, que en otras peleas muestran agresividad y planes sólidos, contra él no tiran golpes? ¿Es tan superior o hay algo más?”, Para muchos, la respuesta está en el negocio: Canelo asegura una bolsa millonaria, el rival cobra y el espectáculo decepciona a los fanáticos que buscan boxeo de verdad. Los 30 segundos de inactividad en el ring, donde ni Canelo ni Scull buscaron conectar, son un reflejo de esta dinámica, donde la prioridad parece ser cumplir más que competir.

La pregunta no es solo qué le pasa a Canelo, sino qué va a pasar con él. Si su equipo conocía el estilo de Scull, ¿por qué no hubo un campamento enfocado en mejorar su condición física y táctica para cortar el ring? La falta de evolución en su boxeo y la predictibilidad de sus peleas –donde los rivales “peligrosos” terminan siendo inofensivos– refuerzan la idea de que el enfoque es más comercial que deportivo. “Ya sabemos qué va a pasar. Todas las peleas de Canelo son así: predecibles y decepcionantes”

El evento, aunque marcó el debut de Canelo en Arabia Saudita, no estuvo a la altura de las expectativas boxísticas. Canelo, como el rostro del boxeo, tiene la responsabilidad de ofrecer más que un negocio bien calculado. Mientras los fanáticos exigen respuestas, la narrativa de un campeón intocable se tambalea ante la evidencia de un desempeño que, con largos momentos de inactividad y sin respuestas tácticas, dejó mucho que desear.

-Memo Tellaeche-

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