Su Vida fue una “Cadena de tragedias". Rafael Alcántara Féliz, conocido artísticamente como Raffo “El Soñador”.
Su Vida fue una “Cadena de tragedias". Rafael Alcántara Féliz, conocido artísticamente como Raffo “El Soñador”, nació un 24 de octubre de 1944 en Barahona, República Dominicana. Desde niño demostró sensibilidad artística, pero su vida comenzó con humildad. Creció en un ambiente rural, donde trabajó como limpiabotas y vendía café para ayudar a su familia. Su voz potente y emocional era admirada por quienes lo escuchaban cantar en los callejones y bares del pueblo.
En su juventud se trasladó a Santo Domingo con el sueño firme de hacerse cantante. Allí conoció a Radhamés Aracena, quien al escucharlo cantar lo bautizó como “El Soñador”. Raffo encontró un hogar en la emisora Radio Guarachita, donde grabó sus primeros éxitos, incluyendo “No me hablen de ella”, “Tinieblas” y “El soñador”. Su estilo de balada desgarrada y sentida lo hizo destacar de inmediato en la escena musical dominicana.
A inicios de los años 70, Raffo viajó a Puerto Rico y luego a Nueva York, donde grabó su primer LP con orquesta, lo que consolidó su estatus como figura prometedora. Su voz estremecía a quien lo escuchara. Sus letras hablaban de amor, abandono y nostalgia, reflejo de su sensibilidad interna. Parecía que estaba destinado a convertirse en una leyenda viva de la música latina.
Pero la vida le tenía reservado un golpe brutal. En 1973, su hijo Roberto, aún niño, y su esposa fallecieron trágicamente en un accidente automovilístico. La pérdida lo destrozó. En lugar de superar el dolor, Raffo lo transformó en música, creando la canción “Cadena de tragedias”, un testimonio del abismo emocional que se abrió dentro de él. Aquella tragedia marcó un antes y un después en su vida.
Años después, perdió también a su padre, sus hermanas y un hermano. Cada pérdida lo empujaba más al silencio, al encierro, al aislamiento. Empezó a sufrir episodios depresivos y desarrolló una profunda crisis emocional. Su mente se fracturó entre los recuerdos de gloria y los fantasmas del dolor. Aunque tenía presentaciones y seguía grabando, el vacío era más grande que el aplauso.
En medio del caos, intentó rehacer su vida sentimental. Se casó nuevamente, tuvo tres hijos más, y vivió entre México, Nicaragua y Estados Unidos. En México fue detenido injustamente por problemas migratorios, y allí vivió situaciones humillantes que solo agravaron su estado mental. Regresó a su país con la esperanza de empezar de nuevo, pero el sistema y su propia mente no se lo permitieron.
Ya de vuelta en Santo Domingo, Raffo comenzó a vagar por las calles, con su guitarra y una tristeza evidente. Vecinos y amigos lo veían hablar solo, cantar fragmentos de canciones con lágrimas en los ojos. Fue internado en el hospital psiquiátrico Padre Billini con la ayuda de artistas y locutores que organizaron un radiomaratón para ayudarlo. Pero su mente ya estaba rota, y su alma, desgastada por tanto dolor.
El 21 de enero de 1985, en un acto que conmovió al país, Raffo se lanzó desde el puente Juan Pablo Duarte al río Ozama. Tenía apenas 40 años. Su cuerpo fue hallado días después, y su sepelio, en Barahona, fue multitudinario. La gente lloraba al artista, pero también al hombre frágil, roto por las tragedias y olvidado por un sistema que no supo protegerlo.
Hoy, Raffo “El Soñador” es recordado no solo como un gran baladista, sino como un símbolo de la sensibilidad humana. su historia sirve de espejo para reflexionar sobre el precio del dolor, la soledad y la indiferencia. Barahona, su tierra, le rinde homenaje como uno de sus hijos más talentosos, más tristes y más verdaderos.
Si desea ver el video que hice visitando su tumba está en el primer comentario.
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