Muere Cangüé, el síndico que recogía la basura en la parte norte de Hato Mayor.
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) hay pocas palabras que puedan definir los aportes que en los últimos años había realizado para extrañar la basura abandonada por el cabildo de Hato Mayor.
Nadie lo conoció por su nombre de pila, Félix Rodríguez Mota, el mote de Cangüé había borrado su registro civil.
Era la esencia de la humildad y la sencillez inquebrantable.
Vivió sin aspavientos, priorizando el ser sobre el tener y poseedor de un corazón noble.
Su alma no conoció la soberbia ni la vanidad; era de raíces profundas y nunca olvidó sus orígenes ni de dónde vino.
Era un negro con grandeza en la modestia.
Su verdadero valor residía en su discreción, su honestidad y autenticidad eran palpables. Fue un ser de alma transparente.
El silencio de sus virtudes eran sus buenas acciones, que hablaban por sí solas.
Asumió el papel de alcalde
Cuando el pueblo se vio arropado por la basura, por desidia y abandono del gobierno local, renunció de empleado del cabildo y adquirió un moto-carga, con lo cual recorría los barrios pregonando su trabajo.
Tenía una dedicación incansable, daba cada día lo mejor de sí en cada jornada, sin buscar reconocimiento.
Era un testimonio vivo de que el esfuerzo dignifica y su perseverancia era admirable.
Nunca se rindió ante la adversidad, afrontando cada reto con entereza e integridad en cada acto.
Cobraba por recoger la basura, pero demostraba que los barrios se podían limpiar.
Su labor siempre fue recta y honesta, pareciera que tenía un culto con el deber.
Su mu3rte ha generado un impacto social desde que se conoció la tragedia, ocurrida cuando el sol se perdía en el horizonte la tarde de este viernes.
No buscó los reflectores, pero iluminó la vida de quienes le rodeaban, de su familia, sus vecinos en el sector Las Malvinas, dónde se estanleció, después de venir de La Romana.
Luchó por sus hijos, siempre decía " no quiero que pasen lo que he pasado en este mundo".
Cualquier cosa o error que pudo haber cometido, quedan borrada con su legado de servicio.
Su vida fue una ofrenda desinteresada a la comunidad, porque cobraba migajas por los servicios prestados.
Puedo afirmar que era un maestro sin cátedra,.pues enseñó con el ejemplo más que con las palabras.
Fue generoso, porque sé .de que a muchas gente le recogía la basura sin tener que pagar; a otras personas le fieba el servicio.
Llegó a enfrentar el microtráfico con su presencia y apoyo a las autoridades fortalecieron el tejido social en los barrios de la parte norte.
Repartía empatía y siempre estuvo dispuesto a sentir el dolor ajeno y a tender una mano.
Cuando un vecino o amigo fallecía, se cogía el mortorio para él, ayudando a cargar sillas, buscar leña o carbón para cocinar en el mortuorio.
Lo recordaré por la sencillez inquebrantable de su espíritu y la nobleza de su corazón.
Con sus manos laboriosas, construyó no solo su propio camino, sino también un legado de servicio y generosidad silenciosa para toda la comunidad en los barrios de la parte norte .
Su grandeza residía, precisamente, en la modestia con la que vivió, probando que el verdadero impacto se mide por la huella de bondad que dejamos en la vida de los demás.
Mur!ó cuando hacía falta y más se necesitaba, pues la alcaldía no recoge la basura.
EL SUCESO
Fallec!ó mientras recibía atenciones médicas en el Centro Médicos Doctores Arache Pouriet, dónde fue llevado tras sufr!r un deslizamiento de una motocarreta en la que se dedicaba a recoger desechos sólidos (basura) por paga.
El accidente ocurrió a cuatro kilómetros, en la carretera Hato Mayor - Sabana de la Mar.
La víctima hace pocos días adquirió el vehículo en el que laboraba como recogedor de basuras, para ganarse el sustento de su familia, ante la apatía de la alcaldía y el síndico Amado de la Cruz.
Adiós Cangüé. Te recordaré siempre negro amigo.
Noticias del Patio 2.0

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