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El beso de Singapur podría ser la mejor experiencia (sexual) de tu vida.



Por Redacción GQ

Si tú y tu pareja están buscando nuevas formas de disfrutar el sexo, seguramente les encantará saber de una técnica milenaria que te llevará al cielo.

Con paciencia, se convertirá en su go to a la hora de llegar ambos al orgasmo: el beso de Singapur, o pompoir, como se conoce en Francia.

Esta técnica ha sido practicada durante siglos y se originó en India, en donde las mujeres aprendieron a hacer ciertos movimientos con los músculos pubocoxígeos, para dar y sentir mayor placer durante la penetración. Se le llama beso de Singapur, pues la succión originada en la vagina es muy parecida a la que se hace con la boca durante el sexo oral.

Cómo hacer el beso de singapur

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De acuerdo a la cultura popular, el beso de Singapur viajó hasta Japón, en donde las geishas lograron convertirse en maestras de esta técnica y su sabiduría ha sido propagada por el mundo. Aunque es menos conocido que el Kama-sutra, el beso de Singapur es un movimiento esencial durante el sexo para miles de personas en el mundo.

¿Cómo lograrlo? Si eres mujer pon mucha atención, y si estás leyendo esto y eres hombre, te aconsejamos pasarle este artículo a tu pareja.

La forma de entrenamiento para esta técnica es como los ejercicios kegel, en la que se contraen los músculos pubocoxígeos. Una de las formas de saber cómo son estos movimientos es a la hora de orinar. El punto aquí es que, mientras la mujer se encuentre orinando, suspenda el flujo por unos segundos y vuelva a orinar, para sentir cómo se contraen estos músculos.

Recuerda que la práctica hace al maestro (o maestra).

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En el acto sexual, la mejor manera de hacerlo es: el hombre acostado boca arriba y la mujer sobre él para mayor control. En el momento de la penetración ella debe contraer estos músculos para que el pene sienta cierta presión o succión. La mujer debe intentar este movimiento en tres puntos diferentes de la penetración: primero cuando el glande acaba de entrar, después bajar un poco hasta la mitad y volver a presionar y por último bajar completamente y volver a hacer el movimiento justo cuando los cuerpos se han encontrado completamente.

Después, soltar y regresar hasta el glande para comenzar de nuevo, todo esto con movimientos continuos, sin detenerse. El hombre puede ayudar sujetando la cadera de la mujer para mayor control.

Recuerda, la práctica hace al maestro (o maestra), y después de intentarlo varias veces, ambos tendrán una estimulación mayor a la que han sentido con anterioridad. 

El secreto está en hacerlo constantemente y ver cómo se van sintiendo, aunque cuando lo logren, seguro no podrán ni hablar.

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