Corina Disla Cabrera, murió de forma trágica tras un accidente inesperado: una puerta de hierro corrediza cayó sobre ella.
Corina Disla Cabrera, conocida cariñosamente como Cori, falleció de manera trágica tras un accidente inesperado: una puerta de hierro corrediza cayó sobre ella en la marquesina de su vivienda en el municipio de Navarrete, Santiago, RD.
El incidente movilizó de inmediato a varias personas que transitaban por la zona, quienes se detuvieron para socorrer a la señora y llamar al sistema de emergencias 9-1-1.
El joven José Ramón Payero escribió lo siguiente en relación al caso. El texto siguiente fue redactado ayer, antes del fallecimiento de la señora.
Una mezcla de impotencia, dolor y profunda preocupación vivieron residentes de la urbanización Portela en Navarrete durante la tarde de este jueves, cuando una mujer de aproximadamente 65 años resultó herida tras caerle encima una puerta de hierro corrediza en la marquesina de su vivienda.
El accidente movilizó de inmediato a varias personas que transitaban por la zona, quienes se detuvieron para socorrer a la señora y llamar al sistema de emergencias 9-1-1. Sin embargo, lo que parecía un protocolo normal de atención terminó convirtiéndose en una amarga experiencia marcada por la insensibilidad y la burocracia.
Según testigos presenciales, la operadora del 9-1-1 instruyó que no se moviera a la víctima hasta la llegada del personal especializado. Pasados unos 10 minutos sin respuesta, uno de los presentes se dirigió a buscar personalmente la unidad de emergencias, la cual encontró en ruta. Finalmente, la ambulancia llegó al lugar y, con apoyo de los vecinos, se procedió a brindar los primeros auxilios y montar a la señora en la unidad, bajo las indicaciones de la enfermera a bordo.
Sin embargo, la atención se detuvo en seco durante más de 25 minutos mientras el conductor de la ambulancia insistía en que no podía trasladar a la paciente sin el carnet del seguro médico, ya que, según alegó, “en Navarrete no hay ningún centro de salud donde puedan atenderla adecuadamente”. La intención del personal era llevar a la herida a una clínica privada en Villa González, a pesar de que tanto vecinos como familiares insistían en que la llevaran primero a recibir atención, dejando la gestión del seguro como paso posterior.
“Le hablaba del buen servicio que se está dando en el hospital Liliam Fernández, y el chófer me respondió que ahí harían lo mismo que ellos ya le habían hecho a la señora dentro de la unidad”, relaté como testigo y ciudadano indignado. “Incluso el hijo de la señora les decía que la llevaran, que él iba detrás con el seguro, pero el chófer se negaba a mover la unidad.”
Este lamentable hecho nos obliga a reflexionar sobre el trato que reciben nuestros ciudadanos en momentos críticos. Diversas voces han salido en defensa de los servicios locales, destacando la labor del Hospital Municipal Liliam Fernández —con una notable gestión de la Dra. Reyes—, el Centro Médico Santa Ana y la Clínica de la Dra. Petra Peña, como espacios donde se brinda atención de calidad con personal comprometido.
Personalmente, confío en nuestros centros de salud. He sido testigo directo de la calidad de médicos y enfermeras en Navarrete. Contamos con talento humano preparado, comprometido y digno de competir con instituciones de salud de otros municipios. Lo que no podemos permitir es que se promueva la idea de que aquí no se puede atender una emergencia, como si llevar al paciente a otro municipio fuera la única opción viable.
Además, resulta inevitable preguntarse si detrás de ciertas decisiones médicas no se esconden intereses económicos. La insistencia en referir emergencias a un solo centro de salud privado podría responder a acuerdos poco transparentes que, de existir, atentan contra la ética y la confianza pública.
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